En una pequeña serie de entradas trataré el tema de cómo abordar la adquisición del lenguaje gráfico por los más pequeños supliendo carencias estructurales del sistema educativo.
(Omito voluntariamente la identidad de los autores,
como referencia incluyo una letra y su año de nacimiento)
Autor nieto M2014
Acuarela sobre cartulina. Se trata de un "trabajo" de un crío de 15 meses. Como es evidente, acostumbrado a trabajar la expresión gráfica. Con toda probabilidad no hay una intencionalidad expresiva que trate de representar una idea o ideas específicas de modo concreto y voluntario. Pero demuestra una soltura y coordinación de ojos, cerebro y manos muy desarrollada por experiencias anteriores y también una clara "maestría" en el manejo de pincel, acuarela y papel. Un auténtico entusiasta...
Autor nieto M2014
En este ejemplo realizado cuatro meses después se aprecia cierto contenido narrativo, resultado probablemente de una ideación expresada interactivamente (yo y el papel) como auto comunicación o reflexión interna.
Autor nieto M2014
El mismo autor, ya con casi dos años, nos sorprende con una superposición del contorno de su mano derecha, una mancha de aguada con forma de "pájaro" y algunos otros recursos gráficos cuando menos inquietantes.
Como referencia a la educación adaptada incluyo el siguiente enlace sobre una experiencia muy relevante en este campo
Autor nieto M2014
En este ejemplo realizado cuatro meses después se aprecia cierto contenido narrativo, resultado probablemente de una ideación expresada interactivamente (yo y el papel) como auto comunicación o reflexión interna.
Autor nieto M2014
El mismo autor, ya con casi dos años, nos sorprende con una superposición del contorno de su mano derecha, una mancha de aguada con forma de "pájaro" y algunos otros recursos gráficos cuando menos inquietantes.
Autor nieto M2014
Con 26 meses se aprecia que, difícilmente, todo lo que se expresa en este trabajo es fruto de un simple azar, más bien sorprende por su maestría y equilibrio. ¿Algo abstracto? Sí, pero bastante menos de lo que a primera vista parece.
Autores: hija P1985 y nieto M2014
Es una sonata a cuatro manos: madre e hijo interactúan en un proceso que probablemente resulta muy entretenido y provechoso "para ambos".
Autora hija P1985.
Rotuladores y lápiz sobre papel.
Con tres años su madre recorría caminos muy similares.
Autora hija P1985.
Retrato: Lápices de colores y rotulador sobre papel.
De tal palo, tal astilla. Con seis años la madre mostraba una cultura gráfica muy elaborada.
Algunas ideas para padres, abuelos y educadores.
Hay muchas
habilidades que no se incluyen en el currículo educativo, pero la adquisición
de lenguajes: musical, matemático, corporal, gráfico, etc. son primordiales
para un desarrollo completo de cualquier individuo. Principalmente por dos
razones: porque nos permiten mejorar la comunicación con nuestros semejantes y,
por otra razón de al menos la misma importancia, porque nos ayudan a
entendernos a nosotros mismos. Porque los lenguajes son vehículos de cultura y
pensamiento.
El lenguaje
gráfico, la capacidad de expresión gráfica; poder explicar con dibujos y
grafismos conceptos, historias, sentimientos, etc. es algo que puede
estimularse en criaturas de muy corta edad y ello les otorgará utilidades de
las que podrán disponer toda su vida.
Evidentemente
para enseñar un lenguaje es preciso que el docente lo conozca. Curiosamente en
el ámbito escolar con mucha frecuencia las clases “de plástica” se imparten por
personas sin conocimiento fundado de la expresión gráfica.
En el caso de que se trate de niños con alguna dificultad específica se requiere que el educador conozca y tenga la experiencia adecuada para prestarles la asistencia requerida en cada caso pero el procedimiento puede ser sustancialmente el mismo.
Dada la
innata capacidad de las criaturas no es necesario que el educador domine o
destaque en la materia, bastaría aceptar como básicas unas cuantas ideas o
“recetas” (dicho sea sin ningún escrúpulo de conciencia).
1 Aunque está claro que los niños aprenden
bastante en clase viendo lo que hacen los demás (también los mayores en su vida
diaria) se les debe orientar para que, desde el principio, traten de expresarse
por sí mismos, sean ellos los que produzcan su propio discurso.
2 Ya que la expresión gráfica sucede sobre
un soporte físico, iniciémosles utilizando una cartulina blanca de 10 x 15 cm. (aproximadamente un
A6) y un poco gruesa (200 gr/m2) para que el soporte esté a su escala de niño y
sea suficientemente resistente para soportar sus ímpetus y permita utilizar
diversas técnicas secas o húmedas y collage.
3 Desde el momento en que sus capacidades
de escritura se inicien debemos concienciarlos para que en el margen inferior
escriban (o lo intenten con nuestra ayuda) su nombre, un título con una o dos
palabras y la fecha. Ello otorga a su “obra” un claro carácter documental muy
conveniente ya que identifica al autor, explica de qué va el tema, en que orden
temporal se ejecutó y, también un aspecto muy importante, cual era en ese
momento su habilidad con la escritura...
Con frecuencia nos sorprenderá que es muy superior su
capacidad de expresión gráfica en relación con su dominio de la escritura o la lectura, lo
que bien visto dice mucho de las habilidades de su cerebro, nos orientará para
valorar sus progresos y nos enseñará cosas que quizás nunca antes se nos
ocurrió pensar. Conviene observar que el imprescindible proceso de alfabetización implica movilizar unos recursos mentales de una cierta complejidad que no se requieren en el mismo grado cuando se trata de la adquisición del lenguaje gráfico ya que, en este caso, hay una mayor facilidad en identificar ideas y conceptos. Basta pintar delante de un niño un gato o un pájaro para que con bastante facilidad reconozca e identifique lo que estamos haciendo. Esta inmediatez no es tal con la lectura o la escritura.
4 Las “pinturas o instrumentos” deberán
ser de la mejor calidad posible y para uso adecuado por niños. La variedad de
técnicas y surtido es conveniente pero nunca debe ser excesiva ya que la
variedad estimula la experimentación pero su exceso confunde.
Seis o doce
colores será mejor que un número mayor. Lo ideal serían seis añadiendo si
procede, un negro, un gris o algún matiz peculiar. Desde el primer día hay que
involucrarles en su cuidado y atención a su conservación y utilización
adecuada. Por mi parte, aunque admito que es un criterio muy opinable, soy
partidario de que “durante el curso” sean intransferibles lo que no quita que
luego puedan cederse y heredarse hasta su completo agotamiento.
Ese aspecto de posesión temporal redundará quizás en
un mejor cuidado ante su extravío y su vigilancia para la buena conservación.
También hay un valor añadido en esta posesión de los instrumentos y ello es que
el propietario recuerda perfectamente el efecto, matices de color y compatibilidad
con otros instrumentos, que le otorgan una innegable cuota de “maestría en el
uso” de un determinado lápiz y matiz, rotulador o pincel...
5 Sobre los temas: todos y variados. Algo sobre lo que acabamos
de ver y nos gustó. El cuarto donde estamos, la ventana y lo que se ve a
través. Una historia, una película, un retrato de un grupo, un autorretrato,
una mascota... Y siempre, la imaginación del autor: algo abstracto, un ritmo de
uso: puntos, rayas..., un esquema de colores, figuras geométricas.
Debemos también darles la oportunidad de incorporar
algún elemento adherido o estarcido, colage, pegatina, recortes de papel, cinta
adhesiva... Una barra blanca de adhesivo puede ser muy útil y para expresar la
superposición de unos “mundos” o “realidades” sobre otros. La conservación en
un Álbum o carpeta es básica para preservar la historia de la evolución de su
maestría.
Como referencia a la educación adaptada incluyo el siguiente enlace sobre una experiencia muy relevante en este campo
Método-maria21/
También aconsejo el estudio de la publicación coordinada por Ángel B. Comeras Serrano y Antonio Estepa Rubio
ARQUITECTURA Y DISCAPACIDAD
También aconsejo el estudio de la publicación coordinada por Ángel B. Comeras Serrano y Antonio Estepa Rubio
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